Crítica Taurina
Una entrevista con el matador de toros Paco Lama de Góngora.
Con esa inquietud propia de una periodista, pensé que debía ser interesante ver el mundo del toro desde dentro. La oportunidad perfecta surgió cuando tuve la oportunidad de conversar con el matador de toros Lama de Góngora.
Paco me explicó sus sentimientos antes, durante y después de una corrida: responsabilidad, miedo y la angustiante sensación de que el tiempo pasa más lento. Me refirió que justo el día antes de torear, en el hotel, es cuando más miedo pasa. Aunque, añadió, que depende también de la plaza en la que toree y de la responsabilidad que eso le produzca.
-Si, por ejemplo, toreo en Sevilla, meses antes uno anda distinto, respira distinto e, incluso, se levanta distinto –me confesó el torero.
Aún así -me aclaró-, hay veces que está muy relajado, ya que está haciendo realidad ese deseo de vestirse de luces y de expresar en el ruedo todo lo que lleva dentro.
-No sé si por suerte o por desgracia, cuando se está toreando, todo pasa muy rápido.
Me definió una corrida como un cúmulo de sentimientos encontrados.
-Las sensaciones post-corrida dependen de cómo haya ido. Aunque nunca se tiene suficiente.
Mientras hablábamos saqué el tema del toreo en el campo y con una frase lo dijo todo:
-Libertad. Es el laboratorio del toreo.
No me podía marchar sin preguntarle por su alternativa y por alguna anécdota de un día tan especial como es este.
“Es el día más bonito, importante y emotivo de la vida de un matador. Es el día en que te casas con tu profesión y el paso en el que dejas de ser un niño para ser un hombre”.
Estas palabras de Paco son el resumen emotivo de su vida hasta convertirse en torero.
Cómo anécdota me contó lo siguiente:
-Los maestros Ponce y Manzanares me dijeron que no solo tenía las cualidades y condiciones para ser figura del toreo, sino que podía serlo. Pero sin duda alguna, una de las cosas más emocionantes fue el brindis a mi madre, que además no me había visto torear antes.
Finalmente, le pregunté por el consejo que le daría a un adolescente de catorce años que quiera ser torero y me dio tres claves:
-Primero. Hay que dejarse llevar por los sentimientos.
Segundo. Aprende setenta veces siete.
Tercero. Encuéntrate.
A lo que añadió:
-Y también hay que estar un poco loco. Pero bueno, aquí estamos.
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