30 may 2016

Tribus perdidas: una ventana en nuestro mundo.

Marta Pardo Gutiérrez
Corresponsal en Ciudad del Cabo (Sudáfrica)

Se cree que en todo el mundo hay aproximadamente 100 tribus aisladas. Unas 80 de ellas han decidido, en algún momento de su trayectoria, tener contacto con el exterior. La mayoría de los pueblos indígenas se ha relacionado con otras tribus o con el mundo avanzado. En algunas ocasiones, han rechazado la ingerencia externa. Esta actitud puede deberse a que en el pasado tuvieran malas experiencias, como los Mashco-Piro, que tuvieron que huir de su hábitat natural ante el avance de las compañías de caucho a finales del siglo XX. 

La tribu de los Mashco-Piro 

En el mundo occidental tenemos una esperanza de vida mayor que la de las tribus indígenas. Nuestra sociedad ha avanzado mucho técnicamente y tenemos a nuestra disposición más materias primas y productos elaborados. Si bien vivimos más años, no cabe duda que ellos viven la vida más intensamente, y que han avanzado mucho espiritualmente. Hay casos de tribus que viven en situaciones difíciles y deciden seguir viviendo en esas condiciones porque tienen muy claros los valores vitales y su conexión permanente con la naturaleza. Al estar más unidos al planeta que nosotros, no contemplan que su mundo esté subdesarrollado. A pesar de que entienden que nuestra tecnología les supera, Las tribus tienen muy claro que nuestras condiciones de vida son mejores que las suyas, no quieren evolucionar dejando atrás la conexión con su hábitat natural. Probablemente, con ello, nos están demostrando que no son ni serán tan superficiales ni materialistas como nosotros.

Las tribus indígenas viven conectadas a la naturaleza

La forma de conservar la naturaleza debe cambiar. Hay que aceptar las pruebas de que los pueblos indígenas cuidan la naturaleza mejor que nadie. Todo el dinero gastado en la conservación de dichos entornos debe destinarse a respetar los derechos territoriales de las tribus indígenas.  

Cuidando la naturaleza

Obligarles a "desarrollarse" no es la solución para lograr su felicidad. Las consecuencias pueden llegar a ser nefastas, si tenemos en cuenta las enfermedades que podemos transmitirles. Tampoco podemos obligarles a aceptar nuestra forma de vivir, porque ellos son felices con la suya. Afortunadamente, no vivimos en los tiempos de la conquista de nuevos mundos, a los que se lanzaron los grandes imperios del pasado, y que terminaron destruyendo buena parte de la riqueza cultural de grandes civilizaciones. 

Desarrollo no es igual a felicidad

Sí podemos aceptarlos en su realidad y regalarles nuestra tecnología, nuestra medicina y los avances de nuestro mundo que, sin hacerles perder su identidad, les hagan vivir mejor. Hay que hilar muy fino para saber qué, cuándo y cómo ofrecerles todo ello sin que abandonen su realidad, su hábitat y sus vínculos con la naturaleza.  

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